LÁCTEOS VEGETALES...
UN REEMPLAZO EFICIENTE !!!
Frente a la indiscutible problemática generada por el consumo masivo de productos lácteos de origen animal,que producen numerosas enfermedades, estas recetas pretender servir como alternativa natural y casera destinada a niños y adultos.
Se pueden obtener exquisitas leches vegetales a partir de semillas licuadas, con similares texturas a las de origen animal, pero con mejor sabor, mayor cualidad nutricional, alto poder vitalizante y ningún efecto negativo. Se trata de elaboraciones necesariamente artesanales y caseras, dada su baja conservación (2-3 días en heladera), pero sencillas y rápidas, en la medida que organicemos y regularicemos los procesos previos.
Es absolutamente recomendable y necesario, el proceso previo de activación (remojado; luego en otro contenido explicaremos todas las propiedades de este proceso) de las semillas a utilizar. Esta hidratación (los tiempos se verán en este contenido futuro en la tabla de germinados, igualmente puede consultarlos previamente), no solo despierta importantes procesos transformativos a nivel nutricional, sino que facilita el procesamiento, mejora la textura del producto final y optimiza su digestibilidad.
Para obtener los mejores resultados en las leches, es aconsejable una licuadora de potencia (buen filo de cuchillas y alta velocidad), a fin de procesar la mezcla el tiempo suficiente y necesario para desmenuzar adecuadamente la semilla y permitir la máxima transferencia de nutrientes al agua. También puede usarse un mezclador de mano (mixer) o una licuadora convencional.
La proporción de agua y la técnica a utilizar, depende de aquello que deseamos a nivel de sabor y textura. Hay quienes trabajan con poca agua al inicio, licuando un puñado de almendras peladas con el agua suficiente para un correcto procesamiento. Luego se filtra el licuado con auxilio de un lienzo, estrujando a fondo para extraer todo el líquido posible (el residuo sólido puede utilizarse en granolas o galletas), siendo las últimas gotas las más importantes. El fluido se licua nuevamente, agregando ahora el resto del agua (en total se usan 2 litros), 2 cucharadas de miel de abejas, 1 cucharada de aceite de oliva virgen, esencia de vainilla y 1 cucharadita de salmuera (sal de roca líquida). Así obtenemos 2 litros de leche de textura sedosa y cremosa, que podemos conservar 2-3 días en heladera.
Otra técnica trabaja con toda el agua al comienzo y luego filtra con colador. Este procedimiento es más rápido y solo requiere algo más de procesamiento en licuadora para lograr un buen desmenuzamiento de la semilla, aunque el resultado final sea tal vez menos cremoso y sedoso al paladar respecto a la técnica anterior. Los residuos colados son siempre aprovechables para otras preparaciones (galletas, patés, salsas, rellenos). De todos modos, el colado de estas leches vegetales no es algo imprescindible desde el punto de vista nutricional o digestivo, al contrario; solo se hace para imitar la textura láctea a la cual estamos familiarizados.
En todos los casos, si bien se usa agua común, es siempre recomendable emplear agua enzimática y de ser posible, dejar unos minutos a temperatura ambiente para que se active el proceso fermentativo, tras lo cual se guarda en heladera. Ciertas semillas brindan mejores sabores y texturas (similar al yogurt) luego de estacionarse unas horas, conservando luego en heladera.
Además de las semillas oleaginosas, también podemos hacer interesantes leches vegetales con cereales como la quínoa, el amaranto, la cebada o la avena. Dada la alta presencia amilácea, es recomendable una buena activación, el uso del agua enzimática y la maceración de unas horas para asegurar el correcto desdoblamiento de los almidones. En función al bajo contenido graso de estas semillas, conviene enriquecer las leches de cereales con unas cucharadas de aceite de presión en frío (oliva, girasol, chía, lino, sésamo), que mejoran la textura y el contenido en ácidos grasos esenciales.
A nivel gustativo, la posibilidad de experimentar con distintas semillas y sabores, es un beneficio nada despreciable que permite evitar la monotonía, descubrir nuevos gustos, sorprender y sorprendernos. En este sentido, las especias serán de gran ayuda, digestiva y gustativa. Podemos emplear las clásicas (extracto natural de vainilla, canela en polvo) o bien experimentar con sabores no convencionales (cardamomo, clavo de olor, regaliz). Sugerimos agregar siempre unas gotas de salmuera (sal de roca líquida), cuya presencia realza sabores y valores nutritivos por el rico aporte de oligoelementos.
Pero las especias no son los únicos acompañamientos enriquecedores para nuestras leches vegetales. Podemos hacer uso de una batería de recursos de alta calidad nutricional y buen sabor. Un ejemplo es la harina de algarroba, totalmente soluble y asimilable, rica en azúcares naturales, con un exquisito sabor a cacao y un alto contenido en fibra soluble; es el ingrediente ideal para obtener deliciosas "chocolatadas" vegetales. Incluso el cacao amargo, aunque nutricionalmente inferior a la algarroba, es también recomendable.
Otro acompañamiento energizante y estimulante, es la raíz de maca en polvo (puede leerse un contenido referido a la misma aquí). Este tubérculo, llamado el "ginseng andino", tiene muchas propiedades y debe usarse con moderación debido a su alto efecto energético. También podemos usar algas en polvo (espirulina, kelp), que en baja dosis aportan un excelente toque enriquecedor.
Además de la harina de algarroba, otros endulzantes recomendables para nuestras leches vegetales son la miel de abejas y el azúcar mascabo. También podemos hacer uso de frutas, tanto frescas como deshidratadas (higos, pasa de uvas, dátiles, peras, duraznos); en este último caso previo remojo en agua tibia al menos 30-60 minutos.
El uso principal de las leches vegetales es como bebida altamente nutritiva, y si bien resultan fáciles de digerir (aún por parte de estómagos delicados o ancianos), siempre vale la recomendación de no exagerar; en general su poder saciante evita tal descontrol. Se pueden emplear en desayunos, meriendas o entre horas; siendo bebida ideal para bebes, deportistas e intelectuales. También se prestan para interactuar con otros alimentos: sirven para preparar el kéfir de leche, salsas como la clásica bechamel, desayunos como el porridge o las granolas, licuados frutales o sopas sustanciosas.
Otras semillas como los cereales, suelen ser sometidas a la cocción para dar lugar a leches vegetales; es el caso del arroz, la cebada, la quínoa o el maíz blanco partido. En este último caso estamos hablando de la ancestral mazamorra, preferible siempre con maíces andinos, no transgénicos. Genéricamente debemos remojar los cereales con 10 partes de agua, durante 10-12 horas (toda la noche). Por la mañana llevamos a hervor (se puede agregar chaucha de vainilla, canela en rama o cáscaras de cítricos) y luego bajamos a fuego mínimo, cocinando con difusor de calor durante una hora (media hora en el caso de la quínoa). Luego colamos (los granos pueden utilizarse aparte, o dejarlos como en el caso de la mazamorra) y podemos endulzar con miel de abejas, azúcar mascabo y/o harina de algarroba.
Recetas de leches vegetales:
Para la preparación se requiere una licuadora, un molinillo de semillas, un colador de malla fina y un trozo de liencillo. Estas leches no se conservan más allá de 48 horas en heladera, siendo lo ideal consumirla dentro de las 24 horas. Utilizar en lo posible agua filtrada o embotellada.
El endulzado es siempre opcional, pudiendo utilizarse miel de abejas, azúcar mascabo ó yerba dulce (stevia rebaudiana). Lo ideal es acostumbrarse a los sabores genuinos. Estas leches pueden complementarse con jugo de frutas o verduras (manzanas, uvas, duraznos, zanahorias, apio, etc). También puede elevarse su tenor graso con la adición de aceites vegetales prensados en frío (oliva, soja, lino, girasol, chía, sésamo). El residuo de la elaboración de estas leches, puede utilizarse para enriquecer masas, rellenos u otras preparaciones.
El endulzado es siempre opcional, pudiendo utilizarse miel de abejas, azúcar mascabo ó yerba dulce (stevia rebaudiana). Lo ideal es acostumbrarse a los sabores genuinos. Estas leches pueden complementarse con jugo de frutas o verduras (manzanas, uvas, duraznos, zanahorias, apio, etc). También puede elevarse su tenor graso con la adición de aceites vegetales prensados en frío (oliva, soja, lino, girasol, chía, sésamo). El residuo de la elaboración de estas leches, puede utilizarse para enriquecer masas, rellenos u otras preparaciones.
Leche de almendras
• quince almendras peladas
• medio litro de agua
Pelar las almendras y agregar el agua. Dejar 12 hs en remojo y luego licuar todo. Filtrar y endulzar.
Variante: utilizar semillas de girasol o nueces, o mezclas.
La almendra es una de las semillas oleaginosas más nutritivas y es altamente alcalina. Contiene proteínas de alto valor biológico, minerales, vitaminas y ácidos grasos esenciales. Aporta más calcio que la leche vacuna: 100g de leche de almendras aportan 252mg de calcio. Esta leche es ideal para el sistema nervioso y muy digestiva (no produce fermentaciones). Se aconseja para los niños, deportistas, embarazadas y madres en lactancia.
Leche de arroz
• una taza de arroz integral
• diez tazas de agua
• cuarta cucharadita de sal marina fina
Lavar y tostar el arroz a fuego mínimo sin utilizar vehículo graso, hasta que se dore. Revolver con cuchara de madera. Agregar el agua y cocinar durante unas 2 horas tapado y a fuego lento. Luego filtrar y endulzar.
Leche de avena
• media taza de avena arrollada
• un litro de agua
Mezclar la avena con el agua y llevar al fuego hasta que hierva, bajar el fuego al mínimo y cocinar 3'. Al apagar el fuego mezclar bien y dejar reposar 10'. Licuar la preparación y filtrar, exprimiendo bien el filtro.
Esta leche favorece el peristaltismo intestinal y actúa como un gel que suaviza las mucosas intestinales. La avena es sedante y relajante del sistema nervioso. La leche de avena puede utilizarse a nivel externo para trabajar sobre lesiones en piel, dado que es emoliente. Usar en las enfermedades eruptivas de los niños, eczemas, reacciones alérgicas. Se pueden hacer baños de inmersión poniendo la leche en la bañera, completándola con el agua. Al filtrar la leche hacer una muñeca y utilizar para aplicar sobre la piel como si fuese una esponja.
Leche de lino
• una taza de semillas de lino
• un litro de agua
Pasar las semillas por un molinillo y luego licuar con el agua. Dejar reposar 2 a 3 horas, filtrar y endulzar.
Es una leche altamente nutritiva y proteica. Aporta ácidos grasos esenciales, sobre todo los imprescindibles omega 3. Ideal para trastornos intestinales y constipación. Sus mucílagos son óptima nutrición para la flora intestinal y para proteger las mucosas.
Leche de quinoa
• dos cucharadas de quinoa
• una taza y media de agua caliente
Remojar el grano al menos dos horas. Llevar a hervor y cocinar a fuego mínimo unos minutos. Colar con un lienzo y endulzar si es necesario.
Esta leche es utilizada en los países andinos para alimentar a los bebes. No resulta alergénica y es muy alcalina y proteica.
Leche de sésamo
• cuarta taza de semillas de sésamo integral
• medio litro de agua
Moler las semillas en un molinillo. Agregarles el agua y licuar bien ambos ingredientes. Dejar macerar unas tres horas, luego filtrar y endulzar. Otro sistema para obtener leche de sésamo consiste en mezclar en licuadora una taza de manteca de sésamo (tahin) con dos tazas de agua.
Las semillas de sésamo son muy ricas en ácidos grasos esenciales, lecitina, minerales y vitaminas. La lecitina es una grasa fosforada y un nutriente de las células cerebrales. La leche de sésamo tiene más calcio que la leche vacuna: 100g de semillas de sésamo sin tostar contienen 1.125mg de calcio, mientras que dos vasos de leche vacuna contienen sólo 500mg.
• quince almendras peladas
• medio litro de agua
Pelar las almendras y agregar el agua. Dejar 12 hs en remojo y luego licuar todo. Filtrar y endulzar.
Variante: utilizar semillas de girasol o nueces, o mezclas.
La almendra es una de las semillas oleaginosas más nutritivas y es altamente alcalina. Contiene proteínas de alto valor biológico, minerales, vitaminas y ácidos grasos esenciales. Aporta más calcio que la leche vacuna: 100g de leche de almendras aportan 252mg de calcio. Esta leche es ideal para el sistema nervioso y muy digestiva (no produce fermentaciones). Se aconseja para los niños, deportistas, embarazadas y madres en lactancia.
Leche de arroz
• una taza de arroz integral
• diez tazas de agua
• cuarta cucharadita de sal marina fina
Lavar y tostar el arroz a fuego mínimo sin utilizar vehículo graso, hasta que se dore. Revolver con cuchara de madera. Agregar el agua y cocinar durante unas 2 horas tapado y a fuego lento. Luego filtrar y endulzar.
Leche de avena
• media taza de avena arrollada
• un litro de agua
Mezclar la avena con el agua y llevar al fuego hasta que hierva, bajar el fuego al mínimo y cocinar 3'. Al apagar el fuego mezclar bien y dejar reposar 10'. Licuar la preparación y filtrar, exprimiendo bien el filtro.
Esta leche favorece el peristaltismo intestinal y actúa como un gel que suaviza las mucosas intestinales. La avena es sedante y relajante del sistema nervioso. La leche de avena puede utilizarse a nivel externo para trabajar sobre lesiones en piel, dado que es emoliente. Usar en las enfermedades eruptivas de los niños, eczemas, reacciones alérgicas. Se pueden hacer baños de inmersión poniendo la leche en la bañera, completándola con el agua. Al filtrar la leche hacer una muñeca y utilizar para aplicar sobre la piel como si fuese una esponja.
Leche de lino
• una taza de semillas de lino
• un litro de agua
Pasar las semillas por un molinillo y luego licuar con el agua. Dejar reposar 2 a 3 horas, filtrar y endulzar.
Es una leche altamente nutritiva y proteica. Aporta ácidos grasos esenciales, sobre todo los imprescindibles omega 3. Ideal para trastornos intestinales y constipación. Sus mucílagos son óptima nutrición para la flora intestinal y para proteger las mucosas.
Leche de quinoa
• dos cucharadas de quinoa
• una taza y media de agua caliente
Remojar el grano al menos dos horas. Llevar a hervor y cocinar a fuego mínimo unos minutos. Colar con un lienzo y endulzar si es necesario.
Esta leche es utilizada en los países andinos para alimentar a los bebes. No resulta alergénica y es muy alcalina y proteica.
Leche de sésamo
• cuarta taza de semillas de sésamo integral
• medio litro de agua
Moler las semillas en un molinillo. Agregarles el agua y licuar bien ambos ingredientes. Dejar macerar unas tres horas, luego filtrar y endulzar. Otro sistema para obtener leche de sésamo consiste en mezclar en licuadora una taza de manteca de sésamo (tahin) con dos tazas de agua.
Las semillas de sésamo son muy ricas en ácidos grasos esenciales, lecitina, minerales y vitaminas. La lecitina es una grasa fosforada y un nutriente de las células cerebrales. La leche de sésamo tiene más calcio que la leche vacuna: 100g de semillas de sésamo sin tostar contienen 1.125mg de calcio, mientras que dos vasos de leche vacuna contienen sólo 500mg.
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Silvia Aybar Ezquerra
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